Prólogo

El 17 de noviembre de 1882, el alemán Hugo Schurchardt, escribe una carta a su colega Rufino José Cuervo preguntándole acerca de la condición racial del poeta Candelario Obeso. Un año más tarde, este filólogo, con quien Rufino José Cuervo sostuvo una nutrida correspondencia durante nueve años, se queja amargamente por la pérdida del ejemplar de Cantos populares de mi tierra, que el gramático bogotano le regaló en 1877, año en que se publicó el libro.

Para finales del siglo xix, el escritor negro Candelario Obeso, nacido el 12 de enero de 1849 en la ciudad de Mompox, se convirtió en un autor referenciado en el cruce epistolar de estos dos filólogos. Interesados en las variantes dialectales del español en Latinoamérica, Cantos populares de mi tierra, representaba para estos estudiosos de la lengua, un importante material que podían comparar con los trabajos que se venían haciendo en Cuba, Chile, Perú y la región de Andalucía en España.

En varias ocasiones cruzaron información sobre el posible influjo africano en la conversión de las letras d por r y r por d en algunas expresiones del español hablado en las costas colombianas y en el territorio cubano. La discusión fue retomada por Rufino José Cuervo en el libro Apuntaciones críticas sobre el habla bogotana: “No sabemos que esta transformación ofrezca carácter general sino en la pronunciación de la costa atlántica, según la representa Obeso en sus Cantos: ros (dos), repué (después), rice (dicen), añare (añaden), etc.; pronunciación debido a influencia africana. Según Pichardo, ocurre entre los negros de Cuba, y ya en el siglo xvii era uno de los rasgos con que Quiñones de Benavente remedaba el habla de un negro”. Esta misma explicación es consignada por Cuervo en Castellano popular y castellano literario, y agrega las expresiones solerá (soledad), Sucerió (Sucedió), tomadas también de la obra del autor momposino.

Cantos populares de mi tierra, la obra más representativa de Candelario Obeso, se ubica en la transición del proyecto liberal radical y el proyecto regeneracionista. En el poemario está la influencia de la literatura de mediados de siglo, cuyo mayor dinamizador era la tertulia El Mosaico con sus cuadros de costumbres, en donde el boga y la marginalidad aparecían retratadas. Pero también retoma elementos del proyecto regenerador con su carga de gramáticos y filólogos interesados en el lenguaje y en darle un sentido, y explicaciones teóricas a las formas del habla. No es para nada gratuito que el poema insignia del libro,“Canción del boga ausente”, haya sido dedicado a los dos gramáticos y filólogos más importantes del país durante el siglo xix: Rufino José Cuervo y Miguel Antonio Caro.

Pese a esto, –y hasta la aparición del documentado trabajo del profesor norteamericano Laurence Prescott– la crítica literaria nacional sólo le atribuía a la obra de Candelario Obeso un valor testimonial y anecdótico, matizando para efectos prácticos su aporte como gramático y experto conocedor de la lengua. Evidentemente, la labor de exponer a través de la poesía el lenguaje de los bogas del río Magdalena, no la podía llevar a cabo Miguel Antonio Caro atrincherado en su casa del barrio Las Nieves en pleno corazón capitalino.

Candelario Obeso tenía el conocimiento suficiente de la región y la sensibilidad para abordar el estudio de un universo que nunca le fue ajeno. Él reveló y valoró, como ningún otro, el mundo material y espiritual de los bogas, y también forjó un trabajo científico que se inscribe dentro de las tendencias de los gramáticos estadistas de finales del siglo xix.

La presente edición de Cantos populares de mi tierra, publicada en el marco del programa Libro al viento y del Año Obeso-Artel del Ministerio de Cultura, constituye una forma de reconocimiento a la actividad intelectual de Candelario Obeso. Un hombre que en su corta vida procuró con esfuerzo y talento edificarse un espacio en el panorama literario nacional.

Javier Ortiz Cassiani