No rigo er nombre

Al señor José Caicedo Rojas

Er pato, viéndolo bien,

E bruto mui animá;

Poco entiende re cariño,

Nara hai en ér re ejpeciá.

Como a toj loj alimale,

No e menejté lo enseña

A conocé lo alimentos,

Ni en la s’aguas a nará...

Sin embacgo en ello he vijto

Una cosa que anotá:

Er macho cubre a la jembra

Con su bajte naturá;

I luego que en su güevito

La mira amorosa echá,

A su suécte é indiferente

I no lo ayura a sacá!

Eto, orsevando la especies,

Ej un hecho jenerá;

Er gato lo j’izo siempre

I la secpiente marvá;…

Pero hai otroj alimale

Re mui rivecso pensá;

Er palomo, por ejemplo,

Se topa en primé lugá,

Y er hombre poc ciecta cosa

Cuasi en ér tamién etá...

Eta premicia supuejta

Se me antoja preguntá:

¿Poc qué Rió re sí tan grande

No etableció la iguardá?...

Cierra, gusano, tu boca;

No en toro te meta a hablá!...

 

…………………

 

Er pato rije ar prencipio

Ej un ave materiá;

Pero he vijto en la jembra

Una acion muy racioná:

Jecho re su pluma er nío,

Dura una luna apojtá,

Pasando las re San Peiro,

Muécta re necesirá...

En repué que re su güevo,

Por una causa entrincá,

Saca su lacga familia,

Sale ar agua a la llevá.

Allí la aremeran ello,

Naran, si la ven nará;

Se epurgan cuando se epurga,

Chillan si l’oyen chillá...

Pero ré eta maravilla

No me vengo aquí a ocupá,

Sí der amó re la pata,

Re su aferto sin iguá...

Ete sé, re raza endina,

E poc su s’hijo capá,

Con Rió, si baja der Cielo

A ete pantano, a peleá,

I eto é propio a tora jembra,

Que no e la patas nomá...

Asina e poc lo que agora

He compuejto eta toná,

(Que le rerico a su maire

Poc lo güena tan mentá).

I pongo ar fin ete vecbo

Que nairen puera borrá:

No hai un amó tan inmenso

Como er amó materná;

Sólo en ér nunca se jalla

Ninguna contrarierá,

Ni cosa apena que amacgue

Ar prencipio ni jamá!...

A su s’hijo er veneno

Ocurta la mapaná

Laj s’avipa su ponzoña,

Er riente er lobo vorá!...

 

…………………

 

¡Oh amó re maire i rivino,

Quién te puriera epresá!...

 

——

El pato, viéndolo bien, / Es bruto muy animal; / Poco entiende de cariño, / Nada hay en él de especial. / No es menester enseñarle / A conocer los alimentos, / Ni en las aguas a nadar… / Sin embargo en él he visto / Una cosa que anotar: / El macho cubre a la hembra / Con su basteza natural / Y luego que en sus huevitos / La mira amorosa echada, / ¡De su suerte es indiferente / Y no la ayuda a sacar! / Esto, observando las especies, / Es un hecho general; / Pero hay otros animales / De muy diverso pensar; / El palomo, por ejemplo, / Se halla en primer lugar. / Y el hombre, por cierta cosa, / Casi en él también está… / Esta premisa supuesta, / Se me antoja preguntar: / ¿Por qué Dios, de sí tan grande, / No estableció la igualdad? / ¡Cierra, gusano, tu boca; / No en todo te metas a hablar…! / El pato, dije al principio, / Es un ave material; / Pero he visto en la hembra / Una acción muy racional / Hecho de sus plumas el nido, Dura una luna apostada / Pasando las de San Pedro / Muerta de necesidad… / Y después que de sus huevos, / Por una causa intrincada / Saca su larga familia, / Sale al agua a llevarla: / Allí la remedan ellos; / Nadan, si la ven nadar; / Se espulgan cuando se espulga, / Chillan si la oyen chillar… / Pero de esta maravilla / No me vengo aquí a ocupar; / Sí del amor de la pata, / De su afecto sin igual… / Este ser, de raza indigna, / Es por sus hijos capaz, / Con Dios, si baja del cielo, / A este pantano, a pelear. Y esto es propio de toda hembra Que no de patas no más… / Así es por lo que ahora / He compuesto esta tonada, / (Que le dedico a su madre / Por lo buena tan mentada). / Y pongo al fin este verbo / Que nadie pueda borrar: / No hay un amor tan intenso / Como el amor maternal; / ¡Sólo en él nunca se halla / Ninguna contrariedad, / Ni cosa apenas que amargue / Al principio ni jamás…! / ¡A sus hijos el veneno / Oculta la mapaná, / Las avispas su ponzoña, / El diente el lobo voraz…! / ¡Oh amor de madre, divino, / Quién te pudiera expresar …!