Quizás la mejor forma de empezar a hablar de este libro brillante y hermosamente escrito es deteniéndome en las cuatro palabras que conforman su título y subtítulo: mujer, incómoda, ensayos e híbridos (hibridez). Empiezo con la primera palabra, mujer: al inicio de la escritura, Vanessa Rosales concreta una pregunta que no sólo atraviesa todo el libro, sino que ha teñido todas sus búsquedas vitales como intelectual, como escritora y como feminista: “Qué significa ser mujer. Qué conlleva. Qué deviene de serlo cuando creces en el Caribe, y naciste en los ochenta”. El libro da cuenta de cómo esta pregunta se fue convirtiendo en una obsesión y, por supuesto, contiene un recorrido vital por las diferentes aproximaciones a esa obsesión —aproximaciones que se nutren de muy diversas experiencias personales, fuentes y tradiciones—. Acá, entonces, entra la siguiente palabra: hibridez. Este libro es ensayo personal, ensayo literario, memoria, ensayo académico, discusión feminista, crítica cultural… Pero la hibridez no está solamente en las distintas formas que se encuentran y fusionan bajo la voz personalísima de Vanessa, sino en la profusión de todo lo que ella mira, de todo lo que su mirada abarca, asocia, articula y funde para ahondar en su experiencia, entenderla y darle un sentido: catolicismo, moda, vida social, padre, madre, educación sexual, amistad... La suya es una mirada panorámica y microscópica. Vanessa dice en el libro que aprendió a mirar en Cartagena. Y el libro, de hecho, es un aprendizaje del mirar. Mirar, aquí, es describir profusamente y criticar profusamente. Y así, entre la descripción y la crítica, aparece la siguiente palabra: ensayo. El ensayo como género literario, pero el ensayo, también, como verbo conjugado en primera persona. En su escritura, Vanessa ensaya: busca y busca y busca de qué maneras puede decir todo lo que quiere decir. Ensaya apelando a su memoria afectiva. Ensaya subrayando los traumas políticos y sociales del Caribe. Ensaya leyendo y releyendo a las mujeres que han sido determinantes en su formación intelectual: Marvel Moreno, bell hooks, Kate Bolick, Siri Husvedt, Vivian Gornick... Al ensayar y ensayar es inevitable, importantísima, la repetición de algunas ideas. Y esta repetición es consciente e intencional. El último ensayo inicia con una cita de Siri Husvedt: “La repetición de ideas esenciales no obedece a la desidia, sino a una necesidad”. De esa manera, la repetición se vuelve una poética y la evidencia de que estamos ante una escritura que piensa y se piensa a sí misma. Finalmente, y para cerrar este comentario, está la palabra incómoda, al lado de mujer: mujer incómoda. Como la misma Vanessa explica en el libro, la incomodidad consiste en ser incómoda y en estar incómoda. Ser y estar incómoda en un orden —el social, el patriarcal, el colonial— que, mientras ella crecía en Cartagena, parecía “inerme e incuestionado”. Quiero insistir en que este es un libro que me maravilló intelectual y escrituralmente —estos ensayos son arte escritural— y recomendar ampliamente su lectura. Giuseppe Caputo Escritor VER COLECCIÓN PRIMERAS IMPRESIONES Primeras impresiones: Vanessa Rosales Altamar - Mujer incómoda / Lumen Literatura Categoría Charla Responsable Gerencia de Literatura Serie o programa Primeras impresiones Año 2021 ¿Qué otros contenidos quisieras ver en esta plataforma? CAPTCHA Pregunta matemática 11 + 5 = Resuelva este simple problema matemático y escriba la solución; por ejemplo: Para 1+3, escriba 4. Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado. Enviar