De sobremesa

A casi 125 años de la muerte de José Asunción Silva, no faltan motivos para entronizarlo como el poeta mayor de Colombia, por lo menos el primer gran poeta precursor, salvando incluso el hecho de que la suma de sus obras se publicó muchos años después de su muerte. A partir de su publicación y creciente difusión, no ha dejado de leerse y de modelar nuestra sensibilidad poética. Cuenta Gabriel García Márquez, remontándose a sus años de colegial: “El estudio de Silva era obligatorio sólo como poeta, con una ficha biográfica y la lectura del Nocturno —el de la larga sombra larga— dentro del programa oficial a saltos de mata de la literatura colombiana”. No obstante, su prestigio poético, más que apuntalado y justo y universal, tiene por lo menos una contraparte: De sobremesa, su única obra en prosa, que se lee desde hace menos tiempo y quizás con menos fortuna. Pese a que los críticos ceden fácilmente a la tentación de leerla a la luz (y las sombras) de la vida de su autor, De sobremesa no es un relato autobiográfico sino una novela, y se enmarca en este género con todas las libertades que permite e incluso a su manera siendo original. Como afirma con rotundidad Rafael Gutiérrez Girardot, “José Fernández Andrade no es el otro Yo de José Asunción Silva, sino una construcción arquetípica de lo que Silva quería que fuera un artista absoluto en la sociedad ambiguamente tradicional-burguesa hispanoamericana de fines de siglo”.